¿Por qué siendo una superpotencia mundial la Casa Blanca posee analogía con el kirchnerismo argento?
¿Cuál es la red de seguridad más efectiva?, titula thehill.com este domingo en una columna de opinión donde realizan comparaciones sobre distintas políticas sociales implementadas en los Estados Unidos, un tema, que si bien no es nuevo, vuelve a ponerse en el ojo de la tormenta cuando gobiernan los populistas como en la Argentina (desde ya, una mención a modo de comparación y no de analogía). Con la nueva ley asistencialista que acaban de lograr los demócratas de Biden “Ahora, una pareja que gane (anual) hasta US$ 450,000 puede obtener parte del crédito. Eso está mucho más allá de la clase media”, dice The Hill.
Me es inevitable realizar una introducción sobre algunos de los motivos que nos llevan a esta situación extraña, pero de real igualdad en las políticas domésticas y externas en menor medida.

En el caso del gran país del norte, en la Casa Blanca el sector más progresista del partido demócrata, en pleno crecimiento de la inflación y aumento de precios, también opta por aplicar un derroche de dólares, a medida que se aproximan las elecciones de medio término de noviembre, y cuando la administración Biden - Harris - Pelosi, sigue desplomándose en las encuestas.
Sumar a Pelosi, y siguiendo la “comparación” (en muchos otros aspectos “incomparable”), en la administración Biden nombrar a Nancy Pelosi (81 años), no es un capricho, sino que es una realidad. ¿Alguien puede negarlo?: Si, las Corporaciones de Prensa lo hacen.
Veamos la pata política y doméstica entre EEUU y Argentina
La veterana presidente de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, cumple un rol en el gobierno similar al de Cristina Fernández de Kirchner (aunque sin los graves escándalos judiciales por corrupción), y la vicepresidente Kamala Harris, sería algo secundario como Sergio Massa en Argentina, aunque los roles políticos no sean los mismos. Lo del presidente Joe Biden no es muy distinto al rol que desempeña Alberto Fernández en Buenos Aires.
Entonces: ¿Quién o dónde está el Poder real?. No maten al mensajero, y no se olviden de los aspectos comparativos, que también son iguales en la agenda en común del lenguaje inclusivo, de acusar a los que piensan distinto de extremistas de derecha, en la exageración del cambio climático, en las fronteras “colador”, en las sospechas de fraude electoral, en la formación de dos sectores del periodismo enfrentado (con el más predominante “pendular” y sospechado), y podría seguir con muchos más, como por ejemplo la de poner a la justicia en la mira como ocurrió hace solo días con el FBI y el Departamento de Justicia, luego del allanamiento de la residencia de Donald Trump en “Mar-a-Lago”, en definitiva la maldita grieta y la guerra cultural que pretende destruir las costumbres y tradiciones y sus organismos o Instituciones. ¿O no ocurrió también un ataque a la Corte Suprema en EE.UU. cómo lo hace el kirchnerismo en Argentina?
Ah, pero a nivel de política exterior Argentina está con Irán y EE.UU. no!
¿Está usted tan seguro?. Entonces desconoce que la administración Biden - Harris - Pelosi, quiso y aún no ha desistido con incorporar nuevamente a los persas al tratado nuclear al que ellos (el partido demócrata con Barack Obama) los sumó pese a la oposición de Israel, y que el “malo de la película de la prensa mediática”, Donald Trump los expulsó en el año 2018. ¡Ah, pero eso no sale en la prensa!
Si, en mucha menor medida la prensa lo ha publicado, pero la Big Data (*aplicaciones informáticas no tradicionales de procesamiento), que también difunden noticias (reales o no), son los que amplifican las noticias. Me refiero a los nuevos jugadores del nuevo poder oculto, que deciden con la inteligencia artificial (IA, en inglés) ¿Está mareado?. Es parte de lo que se pretende.
También están utilizando a personas (o personajes mejor dicho), algunos inclusive profesionales rentados, incautos o hasta “pasados de rosca”, que hablan y mezclan como una ensalada de frutas, al NOM (Nuevo Orden Mundial), se resisten a todas las vacunas - son en realidad unos estúpidos antivacunas-, y hasta hablan de platos voladores, etc. A ellos “los dejan pasar”, para que usted asocie de inmediato esos temas con gente desquiciada y sus teorías no certificadas por la ciencia. El nuevo orden mundial (el NOM) existió y fue famoso en los ‘90 y también parte de los sucesos mundiales producidos con la caída del muro de Berlín.
También es verdad que la pandemia no tuvo ni tiene la gravedad de otras que han existido, y que muchas de las ya llamadas vacunas, están aún en etapa de experimentación, y que sirvió también para hacer negocios, o tapando el “escándalo Afganistán”, que las Corporaciones de Prensa con las plataformas digitales “pocos poco”, pero “día tras día”, fueron mostrando menos. Y luego vino el reemplazo, ya utilizando la invasión rusa a Ucrania.
Terminada esta introducción que no pretendía hacerla tan larga - pero no puedo con mi impulso-, textualmente voy a traducir el artículo de The Hill sobre la nota que mencioné al inicio.

TEXTO:
“Durante mucho tiempo ha habido un debate entre los defensores de la política social y los políticos sobre cuál hace una mejor política y es más sostenible políticamente: programas universales como el Seguro Social y Medicare o programas específicos como Medicaid y cupones de alimentos”.
“El supuesto es que a los programas universales les va mejor ya que, por definición, tienen más beneficiarios. La sabiduría convencional dice que durante los mandatos de Ronald Reagan y George H.W. Bush, los programas enfocados en los pobres fueron destrozados, mientras que los programas universales salieron ilesos”.
“En un estudio importante para el Proyecto Hamilton y la Institución Brookings, Bob Greenstein, el Miguel Ángel de los programas sociales para sacar a las personas de la pobreza desde la década de 1970, informa que esta sabiduría convencional es esencialmente incorrecta. Durante 40 años, después de ajustar por inflación y población, encontró que los programas dirigidos por ingresos aumentaron a una tasa anual de 3,39 por ciento, mientras que los programas universales aumentaron un promedio de 2,36 por ciento al año”.
“Hay una razón, concluye. ‘Los formuladores de políticas desarrollaron efectivamente un nuevo modelo para programas específicos dirigidos a familias pobres, ampliándolos a familias muy por encima del nivel de pobreza, incluso en la clase media’, me dijo”.
“Greenstein está en desacuerdo con los críticos que dicen que esto es simplemente ‘light’ universal, con programas como SNAP, el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria, o cupones de alimentos, o el Crédito Tributario por Ingreso del Trabajo o Medicaid. Casi todos los beneficios van a las personas por debajo del nivel de ingresos medio del país, y la mayoría de los beneficios van a las personas en el quintil inferior”.
“El artículo de Greenstein encontró que desde 1979 hasta 2019, Medicare, que atiende principalmente a los ancianos, aumentó anualmente un sólido 4,12 por ciento después de ajustar la inflación y la población. Medicaid, que antes se consideraba solo para los pobres, creció a un ritmo aún más rápido del 4,94 % a medida que aumentaba la elegibilidad”.
*NOTA: en este artículo de hace una semana hice referencia en la nota al programa Medicaid:
“Hay más de 82 millones de estadounidenses inscritos en Medicaid, menos de la mitad vive por debajo del nivel de pobreza y casi la mitad de todos los nacimientos están cubiertos por Medicaid”.
“Eso explica el fracaso político de los republicanos para recortar Medicaid, que está financiado principalmente por el gobierno federal y los estados aportan una parte. Obamacare ofreció beneficios extendidos, pero varios estados liderados por republicanos lo rechazaron. Sin embargo, cuando los proponentes lo pusieron en la boleta electoral como referéndum, ganó en estados profundamente republicanos como Oklahoma, Utah y Missouri. Este verano, los votantes de Dakota del Sur rechazaron rotundamente una propuesta de los legisladores republicanos para dificultar la aprobación de una iniciativa de expansión de Medicaid”.
“En su investigación, Greenstein citó cualidades generales que hacen que los programas sean más sostenibles, entre ellos: cuando están vinculados al trabajo; cuando también atiende a familias significativamente por encima de la línea de pobreza, incluso en la clase media; cuando sea financiado y administrado por el gobierno federal; cuando brindan asistencia en especie, no en efectivo, ya sea directamente o a través del código tributario, y cuando se enfocan en niños, adultos mayores o personas con discapacidad”.
“La asistencia social, lo que solía llamarse AFDC y ahora TANF (asistencia temporal para familias necesitadas), tuvo malos resultados y se recortó repetidamente. Pero los programas de asistencia nutricional suplementaria han florecido, ya sea a través de sellos o transferencias electrónicas, brindando asistencia alimentaria a las familias, en los buenos y malos momentos”.
“El programa moderno de cupones para alimentos fue ideado en la década de 1970 por un conjunto diverso de legisladores influyentes: el representante Tom Foley, quien luego se convirtió en presidente de la Cámara, y los senadores Bob Dole, un conservador y liberal George McGovern. Pusieron la medida en el proyecto de ley agrícola, ganando el apoyo de los legisladores rurales, que querían subsidios agrícolas, y los liberales urbanos luego respaldaron los programas agrícolas”.
“La asistencia que pasa por el código fiscal es más fácil de obtener ap